Clive Crook

Hay señales tentativas de que la nube se levanta de Estados Unidos

Los líderes empresariales de EE.UU. están más animados últimamente, y con razón. El acuerdo tributario de la semana pasada es un empujón. Hay otras buenas noticias económicas. Un optimismo cauto va en aumento

Por: Clive Crook | Publicado: Martes 21 de diciembre de 2010 a las 05:00 hrs.
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Los líderes empresariales de Estados Unidos están más animados últimamente, y con razón. El acuerdo tributario de la semana pasada es un empujón -y no porque provea un estímulo en la escala que sus impulsores y críticos dicen, sino porque evita un endurecimiento de la política que podría haber estrangulado la economía justo cuando empezaba a revivir. Hay otras buenas noticias económicas. Un optimismo cauto va en aumento.

El costo fiscal del acuerdo fiscal es de más de US$ 800 mil millones en los próximos dos años, lo que ha llevado a los observadores a calificarlo de un estímulo aún mayor que el plan fiscal adoptado en 2009. Esto es una tontería. Casi la totalidad del ingreso no percibido se debe a la prórroga de las tasas tributarias y otras medidas ya en marcha. En comparación con una línea de base de política actual, que es la única que cuenta, el nuevo estímulo neto de los grandes componentes es cero. La principal innovación del acuerdo -y positiva- es el recorte de impuestos laborales por un año, que cuesta algo más de US$ 100 mil millones en 2011.

El estímulo adicional, medido correctamente, es modesto. Pero el acuerdo evitó la posibilidad -y en un momento, al parecer, la probabilidad- de que el Congreso de Estados Unidos se estancara respecto de la política fiscal y permitiera la expiración de los recortes de impuestos aprobados por el gobierno Bush en 2001 y 2003. Demócratas y republicanos, siempre dispuestos a poner al país primero, no tuvieron problemas para considerar esa opción, si les significaba ganar ventaja táctica.

Este juego, llevado hasta el límite, habría causado un ajuste fiscal abrupto, grave e imprevisto.

La economía tuvo un escape afortunado -no de la realidad inevitable, sino de las maquinaciones de los representantes elegidos- y esto sigue a otras novedades alentadoras.

Las nuevas solicitudes de desempleo descendieron por sexta semana seguida y están a su nivel más bajo desde el verano de 2008. La construcción de viviendas también muestra signos de reactivación. Los inicios de construcción de viviendas subieron 3,9% en noviembre, y la nueva construcción de viviendas unifamiliares llegó a un máximo de seis meses. Ciertamente, la vivienda es un peso sobre la economía. El mercado está saturado de casas sin vender. Casi una cuarta parte de las viviendas con hipotecas están bajo el agua, con deudas por encima del valor de la propiedad. Incluso con este modesto repunte, los inicios de construcción de viviendas están apenas en la mitad de la tasa normal. Sin embargo, se mueve en la dirección correcta.

El desendeudamiento de los consumidores -íntimamente relacionado con el mercado de la vivienda- continúa y probablemente sea el mayor riesgo que enfrenta la economía. El ratio de deuda de los hogares a los ingresos después de impuestos cayó en el tercer trimestre a 1,22, por debajo de su máximo de 1,35 en 2007, pero tiene que bajar más.

A pesar de estas persistentes tensiones financieras, la confianza de los consumidores sube lentamente. El índice del Conference Board mejoró en octubre y nuevamente el mes pasado. Una mayor demanda de los consumidores es crucial por sí misma, y es también la única manera de convencer a las empresas de invertir el efectivo que hoy guardan celosamente. Al igual que con otras medidas, el repunte en la confianza es un aumento insignificante desde una base baja. La economía sigue débil, la recuperación todavía tentativa, pero un progreso lento es mejor que ninguno.

Los comienzos de la distensión entre el gobierno de Obama y las empresas de Estados Unidos son otra buena señal. Los líderes empresariales se han quejado amargamente de lo que ven como la hostilidad constante de la administración. Creo que las empresas estadounidenses se quejan demasiado -pero tener a la Casa Blanca y a las empresas abiertamente en desacuerdo es poco propicio para la recuperación económica.

La reciente paliza de los demócratas en las urnas obliga al presidente a hacer un nuevo comienzo, le guste o no. Esto podría ir en cualquier dirección -compromiso productivo con los republicanos sobre la reforma tributaria, reforma de las prestaciones sociales y la reducción del déficit a largo plazo, o una parálisis que mate la confianza. Por el momento, anótelo como una razón más para el optimismo.

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